EL PODER TIENE NOMBRE

Cynthia

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Todo lo que se desconoce, de una manera u otra provoca curiosidad, a límites de lo mas insólito que nos podamos imaginar, aún siendo nosotros mismos los protagonistas.

Se dice que la filosofía es la sustancia de la vida, pero no olvidemos que la misma está llena de errores y equivocaciones lo que hace pensar que tal arte de medida pueda haber sido afectado en sus afirmaciones mas reconocidas.

Alguien se atrevió a decir que un hombre no era realmente un hombre sino se enfrentaba a sus dioses, afirmación que mas que lógica parece estúpida, desde luego no es una frase para meditar inconsecuentemente, pero desde luego si que no se es mas hombre por tener la lengua tan ligera.

Lo cierto es que al ser humano le gusta arrastrarse como el gusano, prefiere esta postura a la de adoptar la que le pertenece por derecho propio, al borde de utilizar su propia humildad, prefiere la soberbia y sordidez que nos caracteriza ante cualquier ente que ponga de manifiesto su deidad, porque ya no se trata de vivir por y para alguien sino de seguir las propias leyes de la naturaleza hecha por un Dios que nos regaló sus dádivas, ¿es que no es un don cada vez que por las mañanas abrimos los ojos y vemos un nuevo amanecer? ¿Debemos rebelarnos ante un Dios que ha creado tantas maravillas para que las disfrutemos? ¿No impone la absoluta majestad con que la naturaleza está creada? ¿ es que no nos sobrecoge el simple hecho del florecimiento de una flor captada por la cámara? ¿ no es impresionante que el sol nos regale su calor y su luz? Pero no, estas y otras tantas cosas no son suficientes para calmar el ansia agonizante del ser humano, repleto de ambiciones y maldad que sobrecogerían a las piedras si éstas hablaran.

Metidos en materia, el hombre es sabio en su propia opinión como dice Salomón, pero nuestra opinión no siempre es la correcta, mucho mas lejos de la realidad, pues si así fuera, no existiera el mundo tal y como le conocemos en la actualidad, sino que viviríamos en un vergel sin problemas.

Es muy difícil para la humanidad doblegarse ante "la verdad", pues casi siempre suele estar cargada con aquello que nos hace sufrir, pero que desde luego nos haría libres así como mas felices. Es muy cómodo vivir al libre albedrío, sin obedecer ni honrar a nadie, como las bestias que llevan una jáquima, no vemos mas allá de nuestras propias narices, queremos seguir el camino que nos da la gana, sin pensar ni meditar ni servir a nadie, y así poder mostrar nuestro verdadero "yo" que no causa la mayoría de las veces mas que aflicción de espíritu y dolor a los demás.

El principio de la sabiduría es el temor a Dios, y no por pensar de esta forma se deja de ser persona inteligente, pues no ha llevado nunca a buen fin la altivez de corazón. No es que debemos dejar de ser inconformistas ni rebelarnos contra todo lo que nos parezca injusto, pues de eso también se hace la historia de la vida, pero sí reconocer que provenimos de un ser al que le debemos al menos un gran respeto, un respeto que nos haría ser mejores personas al poner en reacción unos sentimientos nobles que bajo la presión del mundo en que vivimos, los tenemos enterrados en el baúl de los recuerdos, si es que los hubo, pero que si escarbáramos quizás podríamos encontrarlos en el fondo de nuestras almas, y no precisamente para ponernos en ridículo sino para ridiculizar a toda esa gentuzilla filosofal que se creyeron y se creen sabios omnipotentes, al mostrarles una palabra que no supieron ni saben incluir en su diccionario particular y a la que se le puede sacar todo el provecho que tiene "LA HUMILDAD".

Cada nuevo día es un regalo, y deberíamos aprovecharlo como un don especial que se nos brinda, una nueva oportunidad de engrasar nuestras mentes y poner en orden todo lo que se nos altera con tanta facilidad, sobre todo si se trata del músculo mas pequeño pero mas peligroso del cuerpo, como es la lengua, capaz de incendiar montañas, deberíamos recapacitar en nuestros aposentos, que estamos haciendo con nuestras vidas, si merece la pena vivirla como lo estamos haciendo, si creyéndonos reyes de la nada debemos luchar contra "la deidad" que se impone con su propia fortaleza, porque ya es bien conocido el dicho que quien escupe contra el cielo en la cara le cae. En ese caso seamos mas conscientes de nuestra intrínseca herrumbre interior, pues no es ésta precisamente la que puede darnos la llave de la felicidad que todos, sin excepción, buscamos y esperamos recibir.

A la postre no somos mas que humanos y como dijo San Francisco de Borja al ver los restos de Isabel la católica, "no serviré a mas señor que en gusano se convirtiere", debiéramos tomar en cuenta tan ejemplares palabras y no creernos dioses cuando en realidad somos menos que polvo.

" EN UNA CASA DESIERTA, ALGÚN ARMARIO QUE EXHALANDO VEJEZ SE PUDRE SOLITARIO, ENCONTRAMOS A VECES, ESE FRASCO OLVIDADO, ALMA-AROMA A LA QUE HEMOS RESUCITADO"

(Paul Valéry)

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